LAS IDEAS DE GEORGE HERBERT MEAD
La prioridad de lo social
Ellsworth Fans, en su análisis de la obra más famosa de Mead, Mind. Self and
Society [Espíritu, persona y sociedad], señaló que (el espíritu y luego la
sociedad; sino la sociedad primero y luego los espíritus que surgen con esa
sociedad... es este el orden que él [Mead] hubiera establecido» (citado en MiHer,
1982a: 2). La inversión de Faris del título de este libro refleja el hecho
ampliamente reconocido, y admitido por el propio Mead, de que la sociedad o,
en general, lo social, tenía prioridad en su análisis.
Para Mead, la psicología social tradicional partía de la psicología del individuo
para explicar la experiencia social; Mead, en cambio, dio siempre prioridad
al mundo social para comprender la experiencia social. Mead lo explica así:
En psicologia social no construimos la conducta del grupo social en términos de la
conducta de los distintos individuos que componen; antes bien, partimos de un
todo social determinado de compleja actividad social, dentro del cual analizamos
(comoelementos) la conducta de cada uno de los distintos individuosque lo componen.
Es decir intentamos explicar la conducta del individuo en términos de la
conductaorganizada del grupo social en lugar de explicar la conducta organizada
del gruposocial en términosde la conductade los distintos individuosque pertenecen
a él. Para la psicología social, el todo (la sociedad) es anterior a la parte (el
Para Mead, el todo social precede a la mente individual lógica y temporalmente.
En la teoría de Mead, como veremos más tarde, el individuo consciente
y pensante es lógicamente imposible sin un grupo social que le precede. El
grupo social es anterior, y es él el que da lugar al desarrollo de estados mentales
autoconscientes
El acto
Mead considera el acto como la «unidad más primitiva» de su teoría (1982: 27).
No es en sí un fenómeno emergente, sino la base de toda emergencia. En otras
palabras, el acto es la base de donde emergen todos los demás aspectos del
análisis de Mead. Es en su análisis del acto cuando Mead se aproxima más al
enfoque del conductista y se centra en el estímulo y la respuesta. Ahora bien,
Mead creía que el estímulo no provocaba una respuesta automática e irreflexiva
en el actor humano. Como señaló: «Concebimos el estímulo como una ocasión
u oportunidad para actuar, no como una compulsión o mandato» (1982: 28).
Mead (1938/1972) identificó cuatro fases fundamentales e interrelacionadas
del acto; las cuatro representan un todo orgánico (en otras palabras, están
interrelacionadas dialécticamente). Tanto los animales inferiores como los humanos
actúan, y Mead estudió las semejanzas y sobre todo las diferencias entre
ambos. La primera fase es la del impulso, que entraña un «estímulo sensorial
inmediato» y la reacción del actor al estímulo, la necesidad de hacer algo como
respuesta. El hambre nos proporciona un buen ejemplo. El actor (tanto humano
como no humano) responde inmediata e irreflexivamente al impulso, pero es
más probable que el actor humano se detenga a considerar la respuesta adecuada
(comer en ese momento o más tarde). Considerará no sólo la situación inmediata,
sino también las experiencias pasadas y las posibles consecuencias del acto.
Hemos analizado un impulso, el hambre, que atañe al individuo; ahora bien,
este tipo de impulsos también involucran al entorno. El hambre puede deberse a
un estado interior del actor o estar provocada por la presencia de comida en el
entorno, o, 10 que resulta más probable, puede surgir de una combinación de
ambas situaciones. Además, puede darse el caso de que la persona hambrienta
se sienta impulsada a buscar una manera de satisfacer su impulso en un entorno
en el que la comida no esté inmediatamente disponible o escasee. Este impulso,
como todos los demás, puede estar relacionado con un problema en el entorno
(es decir, la ausencia de comida inmediatamente disponible), un problema que
debe solventar el actor. En efecto, mientras un impulso como el hambre puede
deberse al estado interior del individuo (incluso en ese caso el hambre puede ser
provocada por un estímulo externo, y además existen definiciones sociales acerca
de cuándo es apropiado tener hambre), normalmente suele relacionarse con la
existencia de un problema en el entorno (por ejemplo, la ausencia de comida).
Por poner otro ejemplo, la proximidad de un peligroso animal salvaje puede
constituir un impulso para una persona que la lleva a actuar. En suma, en el
impulso, como en los demás elementos de la teoría de Mead, están implicados
tanto el actor como el entorno.
La segunda fase del acto es la percepción, en la que el actor busca y.reacciona
a un estímulo relacionado con el impulso, en este caso el hambre y las
diversas maneras disponibles de satisfacerla. Las personas son capaces de sentir
o percibir el estímulo a través del oído, el olfato, el gusto, etc. La percepción
implica tanto los estímulos entrantes como las imágenes mentales que crean.
Las personas no responden simple e inmediatamente a los estímulos externos,
sino que más bien consideran y sopesan la respuesta a través de imágenes mentales.
Las personas no están simplemente supeditadas a la estimulación externa;
también seleccionan activamente las características de un estímulo y eligen entre
un abanico de estimulas. Es decir, un estímulo puede tener varias dimensiones,
y el actor es capaz de elegir entre ellas. Además, por lo general, la gente se
topa con muchos y diferentes estímulos, y tiene la capacidad de elegir unos y
descartar otros. Mead se niega a separar a las personas de los objetos que perciben.
Es el acto de percibir un objeto lo que hace que sea un objeto para la
persona; la percepción y el objeto (dialécticamente relacionados) no pueden
separarse uno de otro.
La tercera es la fase de la manipulación. Una vez que se ha manifestado el
impulso y el objeto ha sido percibido, el siguiente paso es la manipulación del
objeto o, en términos más generales, la acción que la persona emprende con
respecto a él. Además de sus ventajas mentales, las personas tienen otra ventaja
sobre los animales inferiores. La gente tiene manos (tiene pulgares opuestos a
los demás dedos) que le permiten manipular objetos con más destreza que los
animales inferiores. La fase de la manipulación constituye, para Mead, un pau
sa temporal importante en el proceso, porque mientras transcurre no se manifiesta
una respuesta inmediatamente.
Un ser humano hambriento ve una seta,
pero antes de comérsela, la arranca primero, la examina, quizás ojee un tratado
especializado para saber si esa variedad es comestible. El animal inferior, sin
embargo, suele comerse la seta sin manipularla ni examinarla (y, por supuesto,
sin leer sobre sus características). La pausa que proporciona la manipulación de
un objeto permite a los humanos contemplar diversas respuestas. En el lapso en
el que considera si se la come o no, están implicados tanto el pasado como el
futuro. La persona reflexiona acerca de las experiencias pasadas en las se ha
comido una determinada seta, tal vez recuerda que enfermó y considera la posible
enfermedad o, incluso la muerte, que le puede sobrevenir si se come una
seta venenosa. Para el actor, la manipulación de la seta pasa a ser una suerte de
método experimental para formular mentalmente las diversas hipótesis acerca
de lo que le puede suceder si se la come.
Tras la deliberación, el actor decide si se come o no la seta, y esta decisión
lleva a la siguiente fase del acto, la consumación del acto que, en términos más
generales, equivale a emprender la acción que satisface el impulso original.
Tanto los humanos como los animales inferiores son capaces de comerse la
seta, pero es menos probable que un humano se coma una seta venenosa debido
a su destreza para manipular el objeto y a su capacidad para pensar (y leer)
sobre las consecuencias que tiene el acto de comérsela. El animal inferior puede
confiar en el método de prueba y error, que constituye una técnica menos efectiva
que la capacidad de los humanos de pensar en el curso de sus acciones. El
método de prueba y error en esta situación es bastante arriesgado y, por ello, los
animales inferiores tienen más probabilidades de morir por comer una seta envenenada
que los humanos.
Aunque, para facilitar nuestro análisis hayamos separado las cuatro fases en
orden secuencial, el hecho es que Mead pensaba que existe una relación dialéctica
entre aquel1as. John Baldwin expresa esta idea de la siguiente manera: «Aunque,
en algunos casos, las cuatro fases del acto parecen estar vinculadas en un
orden lineal, realmente se compenetran para constituir un proceso orgánico: los
aspectos de cada fase están presentes en todo momento desde el principio del
acto hasta el final, de manera que cada fase afecta a las demás» (1986: 55-56).
Así, las últimas fases del acto pueden conducir a la emergencia de las primeras
fases. Por ejemplo, la manipulación de comida puede provocar en el individuo
el impulso del hambre y la percepción de que está hambriento y de que hay
comida disponible para satisfacer su necesidad.
Gestos
Mientras el acto implica una sola persona, el acto social implica dos o más
personas. El gesto es, para Mead, el mecanismo básico del acto social en particular
y del proceso social en general. «Los gestos son movimientos del primer
organismo que actúan como estimulas específicos de respuestas (socialmente)
apropiadas del segundo organismo» (Mead, 1934/1962: 14; véase también Mead,
1959: 187). Tanto los animales inferiores como los humanos son capaces de
hacer gestos, en el sentido de que la acción de un individuo provoca automática
e irreflexivamente la reacción de otro individuo. La siguiente cita es el famoso
ejemplo que pone Mead acerca de los gestos en una pelea de perros:
El acto de cada perro se convierte en el estímulo de [a reacción del otro perro... El
propio hecho de que el perroesté dispuesto a atacara otro se convierte en estímulo
para que el otro perro cambie su actitud o su posición. No bien ha hecho tal cosa,
cuando tal cambio de actitud del segundo perro hace, a su vez, que el primero
cambie su actitud.
Nombre: yenny medina
c.i 19847659
secc 2
materia: ees
Que excelente forma de explicar las fases del acto y el gesto del filosofo pragmático y psicólogo social estadounidense GEORGE H. MEAD
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